Benjamí­n Prado: «El relato breve es una negación de las leyes del espacio y el volumen»


Benjamí­n Prado lleva 30 años escribiendo. Novela, ensayo y poesí­a, mucha poesí­a. En este tiempo ha publicado cerca de un libro por año, y su obra se ha editado en más de 20 paí­ses. Por ella ha recibido reconocimientos como el Premio Hiperión de poesí­a, el Premio Generación del 27 o el Premio Andalucí­a de Novela. E incluso ha tenido tiempo para escribir con Joaquí­n Sabina las canciones del disco Vinagre y rosas (2010), como cuenta en Romper una canción

Curiosamente, entre sus obras más brillantes y menos conocidas hay dos libros de relatos breves: Jamás saldré vivo de este mundo (2003) y Qué escondes en la mano (2013). Ambos están protagonizados por personas normales sometidas a experiencias extraordinarias. Pero, ¿cómo construir historias verdaderas en pocas palabras? ¿Y si las ambientamos en un hotel? Aprovechamos su experiencia para preguntárselo y robarle algunos consejos para participar en el VI Concurso de Relatos Breves Eurostars Hotels.

P.- ¿Qué le aporta el relato breve que no tengan la novela ni la poesí­a?

R.- Sorpresa e ingenio. La novela y la poesí­a también atesoran esas cualidades, pero no son su centro, no es ahí­ donde está el diez de sus dianas. A los cuentos en general, y sobre todo a los más cortos, les va bien jugar al despiste, crear falsas expectativas y tomar desprevenido al lector. Un buen relato breve siempre consigue dar la campanada en sus últimas lí­neas. El relato breve es una negación de las leyes del espacio y el volumen, porque es una caja mucho más pequeña que lo que contiene.

P.- ¿Qué tipo de historias le gusta contar con este género?

R.- Cualquiera puede valer, no es el género ni la extensión lo que condiciona un texto, sino su manera de aproximarse a los lectores. En este caso, hay que merodear un poco, hacer como que se pasa de largo y después asaltarlos por la espalda. Sin embargo, creo que le suele venir bien una cierta dosis de ciencia-ficción.

«El relato breve es una negación de las leyes del espacio y el volumen»

P.- ¿Cuáles son las claves para escribir un buen relato?

R.- Tener una buena historia y demostrar que puede serlo en muy pocas lí­neas y a medio acabar, porque en él lo que se insinúa es lo básico y lo que más importa es lo que no está escrito, lo que se deja entrever.

P.- Su libro Qué escondes en la mano (Alfaguara, 2013) surgió asociado a la novela Ajuste de cuentas, del mismo año. ¿Puede contarnos qué relación tení­an?

R.- El protagonista de Ajuste de cuentas, que es el mismo de Mala gente que camina (Punto de Lectura, 2014) y Operación Gladio (Alfaguara, 2011). Está pasando por una mala racha, ha perdido la mayor parte de sus ingresos y se siente bloqueado. Imagina una serie de relatos que podrí­a escribir y presentar a algún concurso, quién sabe si al de Eurostars, pero en la situación en la que se encuentra, sólo es capaz de esbozarlos. Pensé que algunos lectores de la novela se sentirí­an frustrados al presentárseles el plan de un cuento que no iban a poder leer, así­ que lo que no puede escribir él, lo escribí­ yo. í‰se era el juego.

P.- ¿Cuál es el lugar del relato en la literatura actual? ¿Cree que podrí­a convertirse en un buen complemento para la novela?

R.-En España no ha llegado a tener el mismo peso que en Estados Unidos y en Latinoamérica. Aquí­ hasta la expresión «tener cuento» resulta peyorativa.  Sin embargo, las cosas han cambiado de un tiempo a esta parte y se ha dado impulso en el trampolí­n de internet, donde ya se sabe que sólo llaman la atención los más rápidos y los más concretos. El microrrelato y el aforismo, que es un poema que se ha quedado en los huesos o maqueta de teorí­a filosófica abreviada, son los dos peces que más brillan en las redes.

«El microrrelato y el aforismo son los dos peces que más brillan en las redes»

P.- Todas las historias de Qué escondes en la mano tienen en común personajes al borde del abismo que actúan sin prejuicios. ¿Cómo se convierten historias cotidianas en relatos excepcionales?

R.- Estamos siempre a un paso de no dar el siguiente, al borde de lo excepcional. Un simple giro del destino y todo cambia. í‰sa era la idea que tení­a para Qué escondes en la mano. Y también que los lí­mites de cada persona dependen de en qué lugar les ponga la vida y, como tú dices, al borde de qué abismos. A veces, cuando decimos que no podemos creer que esto o aquello nos esté pasando a nosotros, tenemos razón: le pasa a otro, a alguien que no sabí­amos que podí­amos llegar a ser y en el que nos convertimos cuando nos encontramos al lí­mite. Que te empujen es otro modo de avanzar.

P.- Los relatos de Qué escondes en la mano también se caracterizan por mantener una tensión creciente hasta el final. ¿Algún consejo para lograrlo?

R.- El mismo que sirve para hacer pelí­culas de miedo: hay que mantener al monstruo escondido la mayor cantidad de tiempo posible. No verlo es lo que más nos asusta, porque la imaginación es más fuerte que la imagen.

P.- ¿Qué posibilidades narrativas encuentra en la localización de la trama en un hotel?

R.- Todas. Los hoteles son un territorio irreal, una especie de decorado que te ofrece una intimidad ficticia y en el que, de algún modo, te mueves como una suerte de actor que hace de ti. Al mismo tiempo, son la representación de una vida cómoda y despreocupada, en la que uno se encuentra la cama hecha, las toallas en su sitio y la nevera llena al volver a su habitación. Un hotel es un territorio mágico.

«Los hoteles son un territorio irreal que te ofrece una intimidad ficticia»

P.- ¿Se anima a improvisar una sinopsis en algún hotel Eurostars?

R.- Una mujer que ha tenido que emprender un viaje relámpago por un tema urgente, llega a su habitación y al abrir su maleta descubre que no ha cogido la que creí­a, sino otra que, para su sorpresa, aparece llena de ropa de su marido. ¿Por qué está ahí­? ¿Por qué la tení­a preparada? ¿Dónde pensaba ir? ¿Acaso iba a abandonarla? Por la clase de prendas que tiene dentro, es evidente que el destino al que se dirigí­a estaba en otro paí­s donde fuese verano, porque en la ciudad y el paí­s donde viven estaban en pleno invierno y con los caminos llenos de nieve. Con lo que encuentra allí­ va armando una especie de rompecabezas, una figura que le revela al extraño que oculta una persona de la que creí­a saberlo todo. Pero en esa maleta hay algo más. Algo que va a cambiar de forma absoluta su vida.

Por: Elena Jorreto