La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina
Lilith Salander es a la vulgaridad lo que los padres jesuitas al budismo: donde se encuentran no hay disputa que se acabe ni se encuentra calma ni silencio. Devastadora, pequeña, inteligentísima, amoral, perfecta ladrona y promiscua si cabe, una de las mujeres más atrayentes en el imaginario masculino desde su homónima bíblica.
Ya no es que Stieg repase la foto fija de nuestro tiempo: tráfico de mujeres, mafias del Este, moteros mongoloides de alcohol y drogas, periodismo basura, judicatura de capullos…, sino que dibuja Suecia como un tierno escupitajo. (Stieg Larsson. Ed. Destino)