Nuno Viegas: «El absurdo es el lugar donde nacen las preguntas»


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Nuno Viegas (1977, Portugal) dibuja el absurdo. Sus obras representan escenas de la cultura pop y las transforma en un torrente de interpretaciones. Recién desmontada su exposición «Drawer» en el Hotel Eurostars Berlin, charlamos con él para descubrir cómo se llevan la realidad y la ficción.

¿Qué tienen los dibujos que no te aportaba la pintura?

NV- Para mí­ el diseño es el lenguaje más directo. Tal vez por la naturaleza del medio, el flujo del pensamiento y el gesto se pueden traducir de una forma más inmediata en el diseño. Sin embargo, no me atrevo a delimitar la frontera entre el diseño y la pintura, ya que ambos transcurren en procesos similares.

Una diferencia es que en la pintura dejo que la materia, la tinta, tenga expresión propia. Por la forma en que la aplico y los componentes mezclados ocurren reacciones que no puedo controlar. Es mi forma de invocar una participación quí­mica de la Naturaleza, estar de acuerdo con la transformación que ella representa. El diseño tiene un propósito más mental e inmaterial, y un compromiso menos evidente con la materia.

Al pnunorincipio dibujabas en blanco y negro y ahora tus personajes tienen vida propia. ¿Cómo ha evolucionado tu obra?

NV- La diferencia entre el blanco y negro y el color no es importante para mí­. Muchas veces un determinado color se usa como interacción con otros colores. Cuando decido usar determinada pluma o pincel no lo hago por el color sino por el carácter gráfico de ese instrumento.

Considero que esa «vida propia» es el resultado de una coherencia interna de la imagen, un equilibrio que tal vez simule la experiencia visual que cada uno tiene del mundo. Y tal vez sea más fácil encontrar ecos de esa experiencia en una imagen de color. En el blanco y negro hay una sí­ntesis de esa experiencia, pero no creo que eso le reste coherencia visual. Muchas veces, al mirar, no sé si estoy viendo la forma o el color de un objeto ni cuál voy a retener en la memoria, en la medida en que la visión es una construcción.

¿Qué te inspira de Berlí­n?

NV- Berlí­n es una ciudad donde se respira creatividad, lo que la convierte en una isla. No conozco otra ciudad donde esa faceta esté más presente en la vida cotidiana. La integración en ese flujo beneficia mucho a un artista. Por otro lado, una isla corre el riesgo de perder el contacto con lo que excede sus fronteras, donde la creatividad está en segundo plano.

Superman, las tortugas Ninja, la rana Gustavo… Tus personajes reflejan influencias del Pop Art. ¿Te sientes identificado con esta corriente?

NV- El Pop Art no me interesa más que otras conunorrientes. Hoy en dí­a todas se han transformado en herramientas al servicio del artista. Esa referencia al imaginario popular es fruto de recurrir a la memoria visual, muchas veces de la infancia, así­ como de la voluntad de utilizar iconos por su reconocimiento. Ese reconocimiento es como una puerta que invita al espectador a entrar. Lo que viene después de esa identificación inicial suele ser una sorpresa. Por otro lado, esos personajes están inscritos en mi memoria desde niño, cuando la frontera entre realidad y ficción era mucho más difusa. Al utilizarlas estoy trazando esa imprecisión.

El Pop Art tení­a un trasfondo crí­tico. ¿Tú lo expresas a través del humor o solo buscas el lí­mite del absurdo?

NV- La ironí­a del Pop Art residí­a, entre otras cosas, en trazar para el arte, tradicionalmente parte de la alta cultura, elementos de la cultura de masas. Hoy en dí­a esos mundos son cada vez más inseparables. Mi ironí­a no trata necesariamente de esa relación. Espero que mi humor se aproxime más a la voluntad de reí­rse de lo incomprensible, de la imposibilidad de crear sentido. Al mezclar contextos de realidad y ficción, intento eliminar las diferencias. Absurdo es todo lo desconocido, y el que yo propongo es como una constatación de que la imposibilidad de crear sentido es también el lugar más prolí­fico del sentido. El absurdo no da una respuesta, es donde nacen las preguntas.

Perros, gallos, monos… Los animales están muy presentes en tus obras, donde siempre aparecen humanizados. ¿Qué significado le dan a tu obra?

NV- Las figuras semihumanas y semianimales tienen una larga historia en el imaginario de la humanidad. Son un intento de comprender nuestro lugar en el mundo animal, de las pulsiones que desafí­an la razón. En mi obra, estas criaturas ambiguas, quiméricas, invocan al hombre a medio camino entre dos mundos, el del instinto y el racional. Las cabezas de animales se pueden utilizar como máscaras inocentes que esconden otra más pesada y humana. Es una forma de que el espectador se identifique con la imagen, de crear distancia para hablar de lo cotidiano.

También tienes una colección de retratos de Leonardo da Vinci, Basquiat, Frida Kalo… ¿Cuáles son tus maestros?

NV­- Esa es una serie dedicada a los artistas, pero no aparecen solamente los que más me han marcado. Entre mis influencias no hay apenas artistas visuales o apenas famosos. Me identifico con la tradición figurativa, en sus vertientes expresionistas y un poco surrealista. En realidad mis maestras son las imágenes en sí­, los diseños, las pinturas, las fotografí­as, las pelí­culas… Una de mis primeras lecciones la aprendí­ a los 12 años, en el Museo del Prado, observando pinturas de Velázquez y Goya a un palmo de distancia. Solo veí­a fragmentos de tinta aplicados de manera que si no los imaginamos no los comprenderí­amos. Esto continúa siendo un misterio, la forma en que lo visible se traduce en tinta y cómo se transforma en esa traducción.