Viajando a Bélgica


Si todaví­a no conoce Bélgica considere seriamente la posibilidad de visitar este paí­s. Le proponemos esta breve guí­a de visita, y la posibilidades de alojarse en cualquiera de los dos hoteles que la cadena Eurostars Hotels tiene en este paí­s.

Bélgica limita al norte con Paí­ses Bajos, al este con Alemania y Luxemburgo y al sur con Francia. Al oeste está bañada por las aguas del Mar del Norte. Perteneciente a los Paí­ses Bajos, el paisaje belga destaca por su carácter llano y la ausencia de elevaciones de importancia, lo que no impide que se dé una amplia variedad paisají­stica, desde las dunas y llanuras peladas de la costa hasta los montes cubiertos de densos bosques de las Ardenas.


En la distribución del territorio pueden distinguirse tres grandes zonas geográficas: el noreste, donde se encuentra la región de Kempen, una zona minera e industrial, el centro del paí­s, formado por tierras llanas y fértiles donde se encuentra la capital, Bruselas, y la región de Las Ardenas, al sureste, donde proliferan los bosques ondulantes y los campos.

Al igual que los Paí­ses Bajos, Bélgica posee un sistema de diques y canales de desagí¼e para proteger las tierras costeras bajas contra las inundaciones. Los principales rí­os son el Mosa, el Sambre, el Escalda y el Demer. Todos ellos son navegables y son utilizados como ví­as de transporte junto con la extensa red de canales.

HISTORIA

Bélgica estuvo, en sus orí­genes, sometida a diversos pueblos como germanos y romanos, que la bautizaron como Gallia Belgica, y francos. Carlomagno dividió el territorio en varios condados y los repartió, por el Tratado de Verdún en el 873, entre Francia y Lotaringia. En el siglo XV, tanto Bélgica como Holanda fueron dominios del ducado de Borgoña. Es ésta una de las épocas más prósperas para la burguesí­a belga dedicada al comercio, que dio la prosperidad a ciudades como Gante, Brujas y Amberes. En 1477, por el matrimonio de Marí­a de Borgoña con el archiduque Maximiliano, este ducado pasó a la casa de Austria. Carlos V, nacido en Gante, aumentó el territorio formando el Cí­rculo de Borgoña. Felipe II, al reducir el poder de los Estados Generales e intentar combatir el protestantismo, originó la sublevación encabezada en Bélgica por los condes de Egmont.

Las provincias del norte lograron sacudirse del dominio español y constituyeron un Estado autónomo, mientras que las provincias del sur, que serí­an el origen de Bélgica, continuaron bajo el dominio español hasta 1714, cuando pasaron a depender de la casa de Austria según el tratado de Rastadt.

Con el gobierno de José II de Austria se produjo el levantamiento de 1789 en que se proclamaron los Estados Belgas Unidos. Los austrí­acos, sin embargo, recuperaron el paí­s en 1790 y posteriormente pasó a depender de Francia durante las guerras de la Revolución y el Imperio Napoleónico. Tras la derrota de los ejércitos franceses, Holanda y Bélgica pasaron a formar el reino de los Paí­ses Bajos hasta 1830, fecha en la que Bélgica se separó y formó un reino independiente bajo la corona de Leopoldo I. Fue a partir de esta época cuando el paí­s comenzó su expansión colonialista, especialmente en el ífrica negra, donde el Congo pasó a ser una posesión personal del monarca Leopoldo II.

Durante la I Guerra Mundial el paí­s fue invadido por Alemania y al término del conflicto, Bélgica aumentó su territorio con los distritos de Eupen y Malmédy. Nuevamente durante la II Guerra Mundial fue invadida por los alemanes, quienes tomaron prisionero al rey Leopoldo III. Al término de la guerra el monarca, por su tibia actitud frente al invasor, tuvo que abdicar en su hijo Balduino, quien en 1959 concedió la independencia al Congo que estaba aún bajo dominio belga.

En 1961 formó junto con Holanda y Luxemburgo el Benelux, un mercado común de libre circulación que supuso el origen de la Unión Europea, de la que Bélgica es miembro. Bruselas acoge además la capitalidad de la Unión.

CULTURA

Bélgica posee dos comunidades lingí¼í­sticas bien diferenciadas: los flamencos al norte, en la región de Flandes, que hablan una lengua similar al holandés, y los valones, francófonos, al sur. Bruselas, en la frontera entre ambas zonas, es una de las pocas ciudades realmente bilingí¼es del paí­s. Estas dos comunidades no han tenido siempre una fácil convivencia. A unos y a otros les une su catolicismo, creencia mayoritaria.

La importancia de la burguesí­a mercantil de los siglos XIV a XVII tuvo su reflejo en una época de prosperidad para las artes. Florecieron las catedrales, palacios y mansiones, así­ como destacados pintores. Artistas como el genial Jan Van Eyck sentaron las bases de la pintura al óleo en el siglo XV con obras de gran perfección técnica como «El matrimonio Arnolfini». A éste siguieron otros maestros como Pieter Brueguel, Frans Hals, Van Cyck y Teniers y Rubens, una de las máximas figuras del Barroco. Ya en el siglo XX destacan Paul Devaux, Ensor y el surrealismo de Magritte.

En literatura destaca Georges Simenon, autor de novelas policí­acas donde los casos son resueltos por el detective Maigret. A principios del siglo XX Victor Horta llenó Bruselas de hermosos edificios modernistas como la casa Hallet y los hoteles Solvay o van Etvelde.

El cómic es una modalidad artí­stica muy cultivada en Bélgica. Hergé, el padre de Tintí­n, es la figura más conocida. Los Pitufos, esas simpáticos y diminutas criaturas azules del bosque que encandilaron a los niños de la década de los ochenta son obra de Peyo, un dibujante de Bruselas.

En cuanto a la música, la figura más genuina es el cantautor Jacques Brel. En Bruselas se puede visitar el museo que se le dedica.

FIESTAS

Aparte de las fiestas católicas y del Dí­a Nacional (1 de julio), cada ciudad acoge sus propias celebraciones. En Amberes destacan su Carnaval en febrero, el Festival van Vlaanderen con conciertos de música clásica en las iglesias, el Kid’n’Blues, con figuras internacionales de música blues a finales de julio y el festival de jazz Middelheim.

Los amantes de la música electrónica tienen una cita a mediados de julio en Gante, los 10 Days Off, una de las más concurridas raves de Europa.

En Bruselas el año comienza con su Festival de Cine de enero. San Valentí­n es una excusa para atiborrarse del célebre chocolate belga en la Chocolate Passion Fair. Entre junio y julio el traslado de una imagen de la Virgen de Amberes a Bruselas se celebra por todo lo alto con ciudadanos ataviados como nobles del siglo XV en el curioso desfile del Ommegang. Otra procesión no menos importante es la de la Ascensión o Helig-bloedprocessie que se ceelbra en Brujas cada mayo. En ella, se conmemora la sangre de Cristo que se conserva como reliquia en la basí­lica del mismo nombre.

Cada dos años el suelo de la Grand Place de Bruselas se forra de composiciones florales con motivo del Tapis des Fleurs. Esta misma plaza es testigo del homenaje a la cerveza belga, el Belgian Beer Weekend, que tiene lugar cada septiembre.

CLIMA

El clima es templado con veranos no muy calurosos e inviernos frí­os regulados por la influencia de las corrientes del Golfo. Las temperaturas a lo largo de todo el año oscilan entre la media en enero, 2ºC , y la de julio, 18ºC. Las lluvias son frecuentes y la nubosidad densa, principalmente en la costa.

La mejor época para visitar el paí­s es entre los meses de mayo y septiembre, cuando la climatologí­a se muestra más agradecida para moverse al aire libre. Esta época también aporta dí­as más largos por lo que se puede aprovechar mejor el tiempo.

DOCUMENTACIí“N

Para los miembros de la Unión Europea tan sólo es necesario el DNI o el pasaporte para entrar en el paí­s. No es necesario el visado.

  •       Embajada de Bélgica en Madrid.
    Pº. Castellana, 18, 6º.
    28046 Madrid.
    Tfno. 91 577 63 00
    Fax: 91 431 81 66 
  •       Embajada de España en Bruselas.
    19, rue de la Science.
    1040 Bruselas.
    Teléfono: 230 03 40.
    Fax.: 230 93 80 y 230 01 62.

DINERO

Desde el 1 de enero de 2002 Bélgica, al igual que la mayorí­a de paí­ses miembros de la Unión Europea, adoptó como moneda oficial el euro.

No existen problemas para utilizar tarjetas de crédito ya que son aceptadas en la mayorí­a de los establecimientos de cierta importancia.

DESPLAZAMIENTOS

Recorrer Bélgica es bastante fácil ya que las distancias son cortas y el transporte público es eficaz y económico. El medio de transporte más recomendable es, sin duda, el ferrocarril ya que es muy eficaz, completo y barato. El autobús sólo es necesario para distancias muy cortas o para acceder a algunas zonas de las Ardenas donde el tren no llega.

El automóvil también puede resular un excelente medio de locomoción ya que las carreteras y autopistas belgas son excelentes. Sin embargo hay que tener en cuenta que, siendo Bélgica un paí­s con alta densidad de población, las ví­as suelen estar atestadas y son muy frecuentes los atascos. Circular por la noche no presenta ningún problema, ya que todas las autopistas del paí­s están iluminadas y además son gratuitas.

Como detalle adicional para los conductores hay que señalar que es conveniente respetar escrupulosamente los lí­mites de velocidad y las señales de tráfico ya que la policí­a belga es muy estricta con los infractores.

Como en otros paí­ses de la zona, la bicicleta también es un buen modo de recorrer el paí­s aunque su red de carril-bici no está tan desarrollado como en otros paí­ses del entorno. Este medio en Bélgica resulta muy útil para el medio rural, donde hay bastantes ví­as y están bien señalizadas.

Bruselas y Amberes cuentan con un buen sistema de transporte urbano basado en el tranví­a y el metro. Los taxis son fiables y con tarifas fijas.

GASTRONOMIA

La cocina belga, a pesar de no tener tanta fama como la francesa, es muy buena. Basada en la carne, el pescado y el marisco ofrece, a pesar del pequeño tamaño del paí­s, variaciones regionales. Entre las verduras, destacan las coles de Bruselas y las endibias, vegetal del que Bélgica es uno de los principales productores y que se prepara bajo muy diversas formas.

Pero si de algo están orgullosos los belgas es de sus mejillones. Se pueden encontrar en casi todas las ciudades del paí­s, ya sean flamencos o valones, preparados de diversas maneras.

Entre los platos destacan el waterzooi (pollo o marisco con verduras), hochepot (cordero con cerdo), ecrevisses a la Liegeoise (pescado con nata y mantequilla) o la carbonada (carne de ternera, conejo o pollo cocinado con cerveza). Estos platos van muchas veces acompañados de patatas fritas.

El deliciosamente achocolatado y pringoso gofre, con sus reconocibles cuadraditos, es un postre belga que exige gran habilidad a la hora de comer para no acabar manchado.

Dos puntales de la gastronomí­a belga que le han dado fama son las cervezas y el chocolate. Entre las primeras existe un amplia variedad, desde rubias a negras, de trigo o de abadí­a, más artesanales. El chocolate se disfruta en bombones, tartas, batidos o helados.

SALUD

No existen problemas de salud en el paí­s y la infraestructura hospitalaria del paí­s es excelente.

La tarjeta sanitaria europea, en vigor desde el 1 de junio de 2004, permite a todos los ciudadanos de la Unión Europea recibir atención médica de urgencia durante los desplazamientos cortos en cualquier paí­s miembro. En el caso de que haya que pagar por estos servicios, se tiene el derecho al reembolso de la cantidad correspondiente.

SEGURIDAD

La única advertencia del Ministerio español de Asuntos Exteriores respecto a este paí­s se refiere a los robos, sobre todo de coches, «muy frecuentemente a mano armada», en Charleroi y Lieja, pero no recomienda evitar ninguna zona de Bélgica por razones de seguridad.

COMPRAS

La industria textil es una de las tradiciones más arraigadas en el paí­s. Las telas de Flandes fueron muy famosas durante muchos siglos. Pese a haber perdido auge, esta industria sigue siendo muy pujante en Flandes y Bruselas por lo que son dos buenos puntos para adquirir alguno de sus famosos tejidos. Los encajes en Brujas, los tapices en Malinas o los juguetes de madera en la zona de las Ardenas, son buenas ideas de compra. El chocolate belga, del que existen numerosas variedades, es exquisito. Las cervezas son también una buena adquisición.

Amberes es considerada la capital mundial del tráfico de diamantes y en la ciudad existen más de 1.500 empresas dedicadas a este comercio. Por esta razón, aquellos que puedan permití­rselo encontrarán excelentes oportunidades de adquirir alguna pieza interesante o joyas engarzadas con estas piedras preciosas.

LUGARES

1. Bruselas.
La capital de la Unión Europea es una ciudad moderna y cosmopolita, bilingí¼e, donde los edificios institucionales y de oficinas, los hoteles de lujo y las actividades polí­ticas y diplomáticas tienen gran importancia, lo que lleva a que gran parte de la población sea de origen extranjero. No obstante, su casco antiguo conserva todo el encanto medieval de sus iglesias y gremios de artesanos.

El centro de la zona histórica es la Grand Place, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, flanqueada de pintorescos edificios construidos en el barroco del norte de Europa en el siglo XVII como residencia para enriquecidos burgueses. Entre éstos destaca el Ayuntamiento, considerado como uno de los edificios más bellos de Europa. De esta plaza, especialmente bella bajo la iluminación nocturna, surgen multitud de callejuelas con nombres de antiguas actividades comerciales que muestran claramente sus orí­genes medievales. En una de estas callejuelas encontramos el famoso Manneken Pis, una pequeña estatua de un niño orinando en una pequeña fuente que se ha convertido en el más famoso y reconocible sí­mbolo de la ciudad. Esta simpática figurilla posee más de 500 trajes con los que se engalana en muchas ocasiones.

Una de estas callejuelas medievales conduce a la catedral gótica de San Miguel, construida a partir del siglo XIII y que alberga preciosas vidrieras. Otras plazas destacadas son la neoclásica Place Royale, donde se encuentra el Palacio Real, y la de Grand Sablon, elegante punto de encuentro con multitud de restaurantes y cafeterí­as que los sábados y domingos por la mañana acoge un mercadillo de antigí¼edades donde se pueden encontrar gangas.

Pero Bruselas no sólo es Edad Media. Entre los siglos XIX y XX la ciudad se llenó de edificios y casas construidas en el hermoso, elegante y altamente decorativo modernismo. Destacan las diseñadas por Victor Horta -cuyo museo, ubicado en su casa, es un perfecto compendio del arte nouveau, con bellos muebles, lámparas y techos-, la casa Hallet y los hoteles Solvay y van Etvelde. El homenaje al átomo y al progreso cientí­fico, la famosa estructura de hierro del Atomium es, con permiso del Manneken Pis, uno de los sí­mbolos de Bruselas.

2. Amberes.
Amberes, en pleno corazón de Flandes, es una ciudad que ha sabido combinar su rico pasado con una importante actividad comercial y un ambiente moderno lleno de locales nocturnos, cafeterí­as, cervecerí­as y restaurantes que garantizan una buena oferta de ocio.

Un paseo por Amberes ha de comenzar por la Grote Mark o plaza mayor, con la fuente Brabo en el centro y rodeada de edificios gremiales del siglo XVI con techos a dos aguas y llenos de pináculos y ventanales entre los que destaca el Ayuntamiento. se estructura tomando como centro la Grote Markt, Plaza Mayor, en cuyo centro se encuentra la Fuente Brabo. En una esquina la catedral de Nuestra Señora alberga importantes obras de más famoso hijo de Amberes, el pintor Rubens, como su ‘Descendimiento’. La casa del maestro, la Rubenshuis, posee el encanto de conservarse casi intacta desde el siglo XVII, pudiendo visitarse el estudio donde trabajaba Rubens. Buenas pinturas flamencas pueden verse también en la iglesia gótica de San Pablo, con lienzos de Rubens o Van Dyck.

Los amantes de las compras no deben dejar de visitar el Meir, un conglomerado de calles peatonales repletas de comercios de lo más variado entre edificios de distintos estilos y épocas, como los modernistas de la calle Waterloo.

Además de su buena colección de museos, especialmente de pintura, los que se lo puedan permitir o los curiosos pueden echar un ojo a los comercios del distrito de los diamantes. El comercio de tallado y venta de estas gemas comenzó en el siglo XVI y ha convertido a esta ciudad belga en uno de los principales puntos de venta de estas piedras preciosas. Sin embargo, que nadie se espere lujosas joyerí­as; la mayorí­a de talleres son por fuera de lo más anodino.

3. Gante.
La cuna de Carlos V y capital de Flandes desde el siglo XII es una maravilla medieval que se conserva casi intacta desde el siglo XV y uno de los centros comerciales más importantes de Europa durante los siglos XIII y XIV, gracias sobre todo a su industria textil de la que la Lakenhalle o Sala de los Tejidos da buena cuenta. Situada en la confluencia de tres rí­os, esta ciudad fue testigo de numerosas rebeliones contra los elevados impuestos y la falta de libertades durante el dominio español. Este brillante pasado de la ciudad se ve perfectamente reflejado en sus magní­ficos edificios históricos. Siempre comparada con la no menos fascinante Brujas, Gante posee las ventajas de tener menos turistas y de albergar una numerosa población universitaria que garantiza las posibilidades de ocio.

El casco antiguo, surcado de canales, está repleto de puentes, embarcaderos y casas gremiales. Una de las iglesias más hermosas de la ciudad es la catedral gótica de San Bavon, que alberga una de las cumbres de la pintura flamenca, ‘La adoración del Cordero Mí­stico’, trí­ptico obra de Van Eyck. Cerca de esta construcción se encuentra Belfort, el campanario, construido en el siglo XIV cuyo carillón es un auténtico sí­mbolo del poder que la ciudad tuvo antaño. Una visita a la ciudad no debe pasar por alto el castillo de Gravensteen, un extraordinario ejemplo de arquitectura militar, desde cuyos miradores se obtiene una preciosa vista de la antigua urbe. El Ayuntamiento y el Graslei, un viejo almacén de grano, son otros puntos destacables de la ciudad, junto al Museo de Bellas Artes, cuyas obras de Van Eyck o El Bosco bien merecen la visita. En cualquier caso, pasear por el casco histórico de Gante descubriendo los múltiples rincones que posee es, posiblemente, la mejor forma de disfrutar de la ciudad.

4. Brujas.
Brujas ha sido denominada la «Venecia del Norte», pero por encima de su comparación con la ciudad italiana, merece la pena destacar que esta urbe hanseática del siglo XIII es un auténtico museo al aire libre. Cada año son numerosos los visitantes que se acercan a la ciudad a recorrer su trazado medieval, sus impresionantes iglesias, sus espléndidas casas con frontones, sus idí­licos canales y puentes y sus pintorescas callejuelas. El muelle, donde antes atracaban los barcos mercantes, es ahora un embarcadero del que zarpan barcos turí­sticos que llevan a los visitantes a realizar un agradable paseo por los canales de la ciudad.

La zona más emblemática de Brujas es su casco antiguo, que tiene como ejes centrales dos plazas: la Markt, rodeada de edificios del siglo XIX y presidida por el Belfry, un campanario octogonal del siglo XIII; y la plaza de Burg, que contiene algunos de los edificios más elegantes de la ciudad, incluida la Heilig Bloed Basiliek. El Ayuntamiento (Stadhuis), con torreones de piedra arenisca; Huidenvettersplein, un conjunto de casas tí­picas; la Onze Lieve Vrouwekerk, una iglesia construida en muy diferentes estilos; la catedral de Sint Salvators; el hospital de St. Jans o el puerto de Minnewater, completan los elementos más destacables de una ciudad realmente digna de admiración.

5. Lovaina.
A apenas 30 kilómetros al este de Bruselas encontramos esta ciudad, principal centro universitario del paí­s y sede de la Universidad Católica de Lovaina, fundada en 1425. Pero este enclave no sólo ofrece atractivos para los jóvenes por su abundante población universitaria, sino que alberga varios edificios construidos en un bello gótico flamí­gero, como la iglesia de San Pedro, la casa Tafelrond, reconocible por su tejado lleno de ventanucos, o el Ayuntamiento, con sus muros recubiertos por 236 estatuas. Todos los dí­as hay un recorrido turí­stico gratuito por la ciudad.

6. Malinas.
Malinas, a diferencia de otras ciudades importantes de Bélgica, ofrece al visitante un cierto aire provinciano que le confiere un carácter sumamente peculiar. La parte más emblemática de la ciudad se aglutina en torno a la Grote Markt o Plaza Mayor en donde encontramos el Ayuntamiento, un edificio que quedó incompleto en el proyecto original debido a la falta de dinero. En sus proximidades encontramos la catedral de St. Rombout, que data de 1546 y la Torre, adosada a la catedral, que posee uno de los mejores carillones belgas. Algo más lejos está la iglesia de St. Pieter en St. Paulus, una construcción jesuita del siglo XVII. Además de los elementos reseñados, merece la pena visitar en la ciudad el museo Hof van Busleyden ya que, al interesante contenido de sus dependencias, se une el magní­fico edificio en el que se encuentra.

7. Namur.
Es la auténtica puerta de entrada a la Ardenas y capital de Valonia. En ella destacan un amplio conjunto de edificios muchos de ellos reconvertidos en museos: el Trésor d’Oignies, el museo de Croix, el museo des Arts Anciens du Namurois o el museo Felicien Rops son algunos ejemplos muy caracterí­sticos. Los amantes de la pintura y la arquitectura también encontrarán en la catedral de St-Aubain un excelente lugar para disfrutar. Una visita obligada para todos los visitantes es la Ciudadela de Namur ya que es, sin duda, su mayor atractivo turí­stico.

8. Dinant.
Posee también una excelente ciudadela, pero no tan espectacular como la de Namur. En cambio, esta pequeña villa tiene un extraordinario encanto por su conjunto y por el marco donde está situada. Esta combinación hace que sea una de las poblaciones turí­sticas más visitadas de todo el sur del paí­s. Aunque individualmente también ofrece puntos interesantes como la iglesia gótica de Notre Dame y los edificios del centro, su elemento más destacable es el conjunto que forma el rí­o, el propio pueblo y los verdes riscos que los rodean.

9. Tournai.
También es otra población de la zona sur que merece una visita. Su zona medieval, poblada de estrechas callejuelas y callejones; su catedral, una auténtica superviviente de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial; su Grand Place, rodeada de antiguos edificios; el Campanario o el Ayuntamiento son destacados elementos en una ciudad que posee un agradable ambiente.

DEPORTES

Los amantes de los deportes y el turismo activo encontrarán en muchos de sus rí­os y canales una excelente oportunidad para navegar en canoa. Además de muchas otras actividades que agrupan desde la equitación al trekking, Bélgica es uno de los paraí­sos de los ciclistas. Desplazarse en bicicleta es casi obligado en este paí­s donde las distancias son cortas, el terreno llano y la infraestructura perfectamente adecuada a este medio de locomoción. Las grandes ciudades son, tal vez, los puntos menos preparados para esta actividad, pero una vez fuera de ellas existen numerosas ví­as perfectamente señalizadas. Además, a lo largo de todo el territorio, existen numerosos lugares donde se pueden alquilar.

NAVEGANTE

La página oficial de Turismo belga es la más completa sobre el tema y sirve también de introducción a sus encantos. Ofrece versión en español. También es recomendable http://www.visitbelgium.com, en inglés.

http://www.trabel.com realiza un recorrido por los prncipales destinos turí­sticos belgas; Bruselas, Amberes, Brujas o Gante con fotos, reseña histórica, principales atractivos, mapas, información sobre hoteles y alojamiento y enlaces.

HOTELES DONDE ALOJARSE

  • EUROSTARS GRAND PLACE 4*
    Dirección: Boulevard Anspach, 159
    Tel.: (+32) 2 512 81 00
    Fax: (+32) 2 514 30 97
    E-mail: info@eurostarsgrandplace.com
  • EUROSTARS MONTGOMERY 5*
    Dirección: Avenue de Tervueren, 134 1150 – Bruselas
    Tel.: (+32) 2 741 85 11
    Fax: (+32) 2 741 85 00
    E-mail: info@eurostarsmontgomery.com