Carles Azcón: «Me fascina la transformación de las formas y colores»

Llegó al mundo en Australia, lo descubrió en Bruselas y se quedó en Cataluña. Hoy Carles Azcón pinta exuberantes océanos y seres microscópicos. Un artista entregado al mar de su vida en «Mediterraneum», la exposición que acoge el Eurostars Grand Marina Hotel hasta el 5 de septiembre.
¿Qué te ha hecho más artista, la universidad o tus viajes por el mundo?
Esta pregunta me recuerda a la de ¿el artista se hace o nace? Te diré que una complementa a la otra. Es decir, la universidad y los estudios realizados previamente, y el intercambio de ideas con otros compañeros te dan lenguaje para expresarte, pero lo que realmente te da el guión de tu proyecto artístico son las vivencias reales: un color, un aroma o la imagen impactante de otras formas de entender la vida. Eso te da argumentos para expresar con la energía corporal, la pintura y el color.
Tu vida está bañada en mar. Primero el índico y después el Mediterráneo. ¿Cómo te ha influido su presencia?
El índico debe ser un mar muy interesante para conocer su clima, vida y color. Aunque a los nueve meses de edad me marché a Cataluña, así que el Mediterráneo ha sido el clima, la luz y el paisaje que me sorprendió. De los nueve a los catorce años estuve influenciado por el clima centroeuropeo de Bruselas, siempre gris y lluvioso. Supongo que allí aprendí que la vida está llena de matices aunque siempre la veamos de color gris.

Las alegres medusas de «Mediterranius» bien podrían nadar en la Gran Barrera de Coral. ¿Tan parecidos son el índico y el Mediterráneo?
Pues te diré que lo que recuerdo y de mis conocimientos de Australia, ya que hice otro viaje de unos meses cuando tenía cinco años. La ciudad donde nací, Canberra, en la zona de Sídney, es muy de clima mediterráneo. Inviernos suaves y veranos calurosos. Me falta descubrir qué emociones me provocaría con 32 años… Viajar siempre es fascinante.
Como en la realidad, el mar de tus cuadros es el origen de la vida. ¿Qué es lo que más te fascina de la naturaleza?
Me fascina la transformación de las formas y colores. En realidad no hay que buscar las ideas para crear, las tenemos en la vida misma, en nuestro entorno, de lo más pequeño y sutil a la imagen más macroscópica que podamos ver en el universo. Siempre me ha fascinado descubrir el porqué de las cosas, su transformación como por ejemplo los ciclos del agua, de una hoja, la luz de un paisaje, algo muy sencillo pero sin lo que no habría vida. Existimos porque las plantas hacen la fotosíntesis, por eso mi proyecto se llama la «Pintura como fotosíntesis», una analogía poética que consiste en ver y transformar la vida como lo hace una planta.
También has retratado las raíces de los árboles. ¿Dónde están las tuyas?

Las mías están en las diferentes culturas que he vivido, pero evidentemente vengo de familia catalana. Así que me siento identificado con esta fantástica cultura mediterránea, con tradiciones de lengua y culturales que tanto han enriquecido al conjunto de Europa. Pero siempre me ha creado curiosidad la cultura aborigen australiana por su conexión con la tierra y la naturaleza.
¿Qué te gustaría que la gente aprenda viendo «Mediterraneum»?
Me gustaría despertar su sensibilidad más profunda, esa que todos tenemos hacia la belleza y el arte. Mi pintura consiste en una fusión de formas y colores que mantienen vínculos entre ellas. Producir una reflexión espiritual de cómo tratamos el mundo, nuestra naturaleza más próxima, de la que formamos parte. Son aspectos sobre los que intento reflexionar a partir de mis composiciones, desde mi interior hacia el exterior.
La muestra se podrá visitar durante todo el verano con entrada libre en el Lobby Bar del primer piso del Eurostars Grand Marina.