Laura de la Cierva dialoga con Cocó Chanel en el Eurostars i-Hotel
Las cocós nacieron en ífrica, pero no son negras. Tampoco blancas. Son unas criaturas tímidas y elegantes que flotan de puntillas sobre lienzos multicolor, ajenas a la maldad que las rodea. Deben su nombre al «Síndrome de Cocó», que las barnizó de soledad. Lo hizo Laura de la Cierva, en homenaje a Cocó Chanel, la mujer que «quitó el corsé a la mujer». Su exposición en el Eurostars I-Hotel invita a los amantes del arte a dejarse cautivar por la dulzura.
Al contrario que sus muñecas collage, Laura tiene rostro, mirada, gestos. Se define dulce pero sincera; tímida pero rebelde. Tanto, que hace un tiempo decidió «dar una patada en el suelo» e irse a vivir a Ciudad del Cabo. Empezó aprendiendo inglés, y pronto se enamoró de ífrica, un continente que «no para de mandarte señales y enseñarte cosas».
Allí aprendió a improvisar, llegando a pintar en directo en un hotel. Luego llegarían las cocós para sacar «lo mejor de cada mujer». Las suyas son chicas sin rostro que interactúan con gestos elegantes. Para Laura «no hay nada más puro que tocar a una persona», y sus cocós hablan con las manos.
Todo empieza en el fondo, la «capa sentimental» del lienzo, que Laura trabaja con frases ocultas. A ellas se suma más tarde el sketch del figurín pintado con tinta china, que luego suplanta el collage. El resultado es un diálogo femenino -nunca pinta hombres- en torno al arte y la moda. Una charla que continúa en internet porque, como dice Laura, «todo tiene su poema, su sentido». El suyo está en ífrica, adonde volverá para quedarse.